jueves, 10 de septiembre de 2009

EL PARAESTADO. LA FAMILIA MICHOACANA Y LAS FILÉS NEGRAS. ¿UN MAL NECESARIO?



A finales de 2006, en noviembre siendo más exactos, aparecieron inserciones en dos diarios de la ciudad de Morelia, capital de Michoacán. El mismo día aparecieron volantes en miles de casas en varias ciudades del estado. Esa fue la presentación oficial de la llamada Familia michoacana, cuya misión a decir de los mensajes mencionados era erradicar en el estado la venta de la droga sintética conocida como “ice” o “hielo” y otras actividades delictivas como el secuestro, la extorsión y el sicariato. Eran, según ellos un mal necesario.
Ante esto los gobiernos, Federal y Estatal, han dado a esta organización un trato mediático igual que el de cualquier otro cártel, lo que constituye gran error que representa un grave peligro a corto, mediano y largo plazo.
La familia michoacana no es un cártel, su poder y estructura interna va más allá, se trata de una filé negra; son grupos delincuenciales, sociales y empresariales con organización horizontal y consolidación de un demos decisorio dentro de la comunidad, con una identidad fuerte y compartida de la comunidad, supeditación de la estructura económica a la comunidad.
Los orígenes de esta nueva forma de mafia, mucho más letal por encontrar sus raíces en la sociedad misma, los encontramos en Brasil a comienzos de este siglo, cuando el llamado Comando vermelho, comenzó a hacer labores asistenciales y de establecimiento de orden público ante la falta de capacidad del Gobierno.
La familia michoacana hace exactamente lo mismo. Este grupo se reorganizó para diversificar su campo de acción y competencia. Ahora, además de traficar droga, producir piratería y vivir “brindando protección” a comercios, son dueños de bares, hoteles y servicios de transporte público. Todo ello bajo una estructura en capas de círculos de confianza cuya infraestructura les permite tener protección política y de la propia sociedad civil, que en gran medida se siente acogida por la organización criminal que cuenta con capacidad paramiltar eficiente, gran parte de sus ingresos están dentro de la Ley y busca dar beneficios a las clases marginadas. Constituye ya un paraestado.
Según periódicos extranjeros como el inglés The Guardian, La familia tiene mucho de talibán, “tanto por su organización interna como por contar con una estrategia con la complicidad de la población”.
Desde 2004, dos años antes de darse a conocer ante la opinión pública, La familia, un simple cártel, cambió su estructura y manera de operar y ayudado en parte por la guerra contra el narcotráfico emprendida por Felipe Calderón, hoy la organización ha derrotado a sus principales rivales en la región y ante la crisis económica se ha convertido en el principal agente de desarrollo para muchas comunidades de Michoacán, las cuáles gracias al apoyo criminal tienen los servicios de educación, salud e infraestructura urbana que el Gobierno por décadas ha sido incapaz de ofrecerles.
Así, invirtiendo en la generación de recursos para las poblaciones más marginadas de Michoacán y basándose en mitos bíblicos como factor de cohesión ideológica, este grupo es percibido como base del orden social y de desarrollo en la región. La acción social de esta organización criminal no es un factor lateral para ganar protección de los pobladores como sucede con el cártel de Sinaloa, que brinda empleos, arregla iglesias, escuelas y construye caminos en la sierra de ese estado. En el caso de La familia michoacana, ésta asegura que el bienestar social es su razón de ser, lo que les permite ejercer brutales niveles de violencia con la complicidad de la sociedad, quien se siente identificada con la organización.
El país se debería preguntar si la dirección en la que vamos es la correcta, si el fuego se combate con fuego, o si el Estado, la cúpula empresarial y la sociedad en general debe ver al bienestar social como la manera más eficaz de combatir a la delincuencia organizada y evitar que filés como La familia michoacana o grupos paramilitares como los que en estados como Hidalgo y la ciudad de México protegen a empresarios y a algunos sectores que entrenan mercenarios a quienes pagan por protección. ¿Se deben crear policías y grupos de inteligencia privados para proteger a quienes puedan pagarlos?, ¿Seguiremos permitiendo que grupos criminales brinden una ilusión de protección con el costo social y político que esto representa?, ¿Realmente queremos un paraestado?

FRANCISCO AVILÉS CERVANTES

viernes, 7 de agosto de 2009

MONEDAS PARA SIMULACIÓN

El Banco de México se presta a una de las tantas simulaciones hechas por el Gobierno Federal con el fin de tratar de mantener la calma en una sociedad cada vez más convulsionada por la crisis económica y social que impera en nuestro país, que amen de la situación financiera mundial, es provocada por políticas públicas erradas y clientelismos.


A partir del viernes 7 de agosto, Banxico puso en circulación las nuevas monedas de 10, 20 y 50 centavos, lo que según datos aportados por el Director General de Emisión de la institución, Manuel Galán, ahorrará alrededor de 300 millones de pesos anualmente, pues reducirá los costos de producción y permitirá un mayor aprovechamiento de materia prima y también constituirá un ahorro sustancial en la energía eléctrica empleada en su fabricación.

Estas nuevas monedas, ligeramente más pequeñas que las anteriores, se acuñarán con acero inoxidable, lo que garantiza su durabilidad, que será inversamente proporcional a su valor real de cambio. ¿Para qué fabricar 400 millones de piezas de la moneda de 10 centavos al año, cuando sabemos no tienen prácticamente ningún valor? A pesar de ser moneda de cambio es raro el lugar donde la acepten, basta tratar de pagar un boleto de metro con 20 de éstas.

¿Hoy en México qué podemos comprar con 10, 20 o 50 centavos? Al parecer el Gobierno, a través del Banco de México, intenta adquirir con ellas una ilusión para hacer creer a la población, golpeada por la crisis, que el peso mexicano tiene un valor importante, al grado de existir la necesidad seguir acuñando monedas que representan su décima parte y que ya teníamos muchos en el olvido o guardadas por cientos en frascos pensando en algún día acudir a una institución bancaria para cambiarlas por monedas o billetes con verdadero valor adquisitivo, por supuesto, arriesgándonos a ser blanco de un improperio por parte de la cajera.


Francisco Avilés

viernes, 31 de julio de 2009

LA PEOR NOTA EN CUALQUIER LATITUD


En la noche sin desesperanza del 29 de julio, Cristina Pacheco intentaba reseñar en 120 minutos medio siglo realizando crónicas de vidas y tradiciones. A la manera de ecos le llegaban los recuerdos sobre rutas del rancho al pueblo y del barrio a la colonia: ahí estaban el primer encuentro con una escalera, que subió y bajó sentada; los años universitarios vistiendo el mismo suéter, la misma falda, los mismos huaraches; trabajos variopintos, entre ellos “carbonera” (persona dedicada a levantar del piso el papel carbón de los documentos); y su ingreso en los años 60 a las letras, primero transcribiendo relatos de literatos afamados en el área de Difusión Cultural de la UNAM, después como escritora.
Fue en el diario EL POPULAR donde, entre anuncios y obituarios, consiguió dos veces por semana espacio para reseñar libros editados por la UNAM; y así añadir unos pesos más a su labor secretarial. Doña Cristina se inventó el seudónimo: CROMO (por Cristina Romo Hernández, su nombre de soltera).
Una de aquellas reseñas correspondió a los ANNALES, escrito por el cónsul romano Tácito. El texto de CROMO iniciaba, según la autora, más o menos así: “Apareció el libro más reciente de Tácito”. Razón por lo cual Cristina Pacheco, con candoroso orgullo, presumió esa noche el haber escrito: “la peor nota de cualquier latitud”.

FIN

Edmundo Bastarrachea Vázquez

jueves, 30 de julio de 2009

¿HACIA DÓNDE VA LA GUERRA CONTRA EL NARCO?



El poder de fuego, de soborno y los alcances de las mafias mundiales han llegado a niveles inéditos. A esto se suman otros factores como la apertura de los mercados, el acceso a mecanismos de distribución de bienes y servicios a nivel global, que han hecho que el crimen organizado pueda disponer de esos mismos bienes y esos mismos servicios para actividad de orden ilegal.

Según analistas, en México el problema se agudizó desde 1999, cuando el llamado Plan Colombia atacó intensamente al crimen organizado en América del Sur, pues ya había desatado un conflicto armado que afectaba intereses estadounidenses en esa parte del continente.

Uno de los expertos en materia de mafias es Bruce Bagley, profesor de la Universidad de Miami quien asegura que las victorias o triunfos parciales de la lucha contra las drogas, especialmente en Colombia, han producido la crisis, un éxodo de delincuentes a nuestro país y una nueva manera de ganar dinero para muchos mexicanos. México no estuvo preparado institucionalmente para las consecuencias de este efecto globo.

Después de esto las organizaciones delictivas andinas junto con los cárteles mexicanos, encontraron en nuestro país el lugar idóneo para operar y engrosar sus filas. “Políticas de Estado altamente excluyentes y de marginación y pobreza son inevitablemente el mejor mecanismo para lanzar a jóvenes, mujeres, hombres, a niños, adultos sin expectativas a los brazos de la delincuencia organizada, que les da poder aunque sea fatuo”. Asegura el periodista y especialista en maras y crimen organizado, Marco Lara Klahr. Esto, junto con ciertas características de la sociedad, donde el soborno, la corrupción y la trasgresión sistemática de las leyes, ayudó a ser de México un caldo de cultivo para la impunidad y la violencia.

Ante esto y con el cambio de partido en el poder en el año 2000, el Estado dejó de ser mediador y control para atacar sólo a algunos sectores del crimen organizado, lo que en palabras del investigador de Jorge Chabat, agravó la situación: “Las acciones de Fox, evidentemente descabezan algunos de estos cárteles, lo cual provoca desequilibrio entre el mundo del narco y esta guerra. Los viejos líderes son capturados, los jóvenes que los reemplazan, muchos de ellos de segundo o tercer nivel, son mucho menos a negociar y son mucho más violentos y propician que esta guerra se desate”. Afirma el también académico del Centro de Investigaciones y Docencia Económicas.

Los analistas coinciden en que ya se ha llegado al narcoterrorismo, desconocido en México hasta el 16 de septiembre pasado, cuando dos granadas de fragmentación estallaron en una verbena de la ciudad de Morelia, Michoacán, sembrando pánico y muerte entre la población civil.

La respuesta del Estado ante la escalada de violencia sin precedente ha sido fuerte, al grado de que en días posteriores militares fueron secuestrados y decapitados como venganza del crimen organizado. Además las políticas públicas que enfatizan en la respuesta militar y policiaca a la delincuencia organizada, eludiendo una respuesta de orden social, han hecho que el crimen organizado sencillamente tenga posibilidades de desarrollarse articulado al poder militar, al poder policiaco y al poder institucional.

Para algunos especialistas es imposible acabar por completo con estas mafias, lo que se puede hacer, dicen, es disminuir su influencia en el territorio nacional, para Bagley esta guerra es “ganable en términos de reducir las amenazas que el narcoterrorismo representa al Estado y la seguridad nacional mexicana. Sería aceptable a México que las rutas establecidas por el corredor del Pacífico se interrumpan. Nuevas rutas, por ejemplo un retorno al Caribe.” Asegura.

Sin embargo, al parecer el mayor problema a enfrentar es otro. Más allá del tráfico de estupefacientes, el efecto de la globalización ha cambiado considerablemente la operación del hampa. Hoy importa menos el producto y más sus canales de distribución, que en palabras de Lara Klarh son garantizados “una vez que una organización criminal articulada globalmente usa pequeñas organizaciones locales de diferente dimensión y copta gobernantes y servidores públicos”.

Ahora como en cualquier mercado, esto tiene qué ver más con la oportunidad y la demanda. Así hay casos de canales de distribución México-Estados Unidos, donde sale cocaína y entran armas, o en Centroamérica, donde entra dinero y salen infantes, o salen armas, salen migrantes y entran dólares.

A la problemática expuesta se suma una gigantesca red de protección internacional que ha permitido garantizar a las mafias canales o redes de distribución y participar de otras actividades delictivas alternas como el secuestro, el renteo y el sicariato. Un sistema donde sólo alrededor del 4 por ciento de las personas que cometen un delito tienen posibilidades de ser castigados, pues es un sistema que garantiza que el crimen organizado sepa que ir a la cárcel es un accidente.

Francisco Avilés Cervantes

BIENVENIDA EDITORIAL

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