viernes, 31 de julio de 2009

LA PEOR NOTA EN CUALQUIER LATITUD


En la noche sin desesperanza del 29 de julio, Cristina Pacheco intentaba reseñar en 120 minutos medio siglo realizando crónicas de vidas y tradiciones. A la manera de ecos le llegaban los recuerdos sobre rutas del rancho al pueblo y del barrio a la colonia: ahí estaban el primer encuentro con una escalera, que subió y bajó sentada; los años universitarios vistiendo el mismo suéter, la misma falda, los mismos huaraches; trabajos variopintos, entre ellos “carbonera” (persona dedicada a levantar del piso el papel carbón de los documentos); y su ingreso en los años 60 a las letras, primero transcribiendo relatos de literatos afamados en el área de Difusión Cultural de la UNAM, después como escritora.
Fue en el diario EL POPULAR donde, entre anuncios y obituarios, consiguió dos veces por semana espacio para reseñar libros editados por la UNAM; y así añadir unos pesos más a su labor secretarial. Doña Cristina se inventó el seudónimo: CROMO (por Cristina Romo Hernández, su nombre de soltera).
Una de aquellas reseñas correspondió a los ANNALES, escrito por el cónsul romano Tácito. El texto de CROMO iniciaba, según la autora, más o menos así: “Apareció el libro más reciente de Tácito”. Razón por lo cual Cristina Pacheco, con candoroso orgullo, presumió esa noche el haber escrito: “la peor nota de cualquier latitud”.

FIN

Edmundo Bastarrachea Vázquez

jueves, 30 de julio de 2009

¿HACIA DÓNDE VA LA GUERRA CONTRA EL NARCO?



El poder de fuego, de soborno y los alcances de las mafias mundiales han llegado a niveles inéditos. A esto se suman otros factores como la apertura de los mercados, el acceso a mecanismos de distribución de bienes y servicios a nivel global, que han hecho que el crimen organizado pueda disponer de esos mismos bienes y esos mismos servicios para actividad de orden ilegal.

Según analistas, en México el problema se agudizó desde 1999, cuando el llamado Plan Colombia atacó intensamente al crimen organizado en América del Sur, pues ya había desatado un conflicto armado que afectaba intereses estadounidenses en esa parte del continente.

Uno de los expertos en materia de mafias es Bruce Bagley, profesor de la Universidad de Miami quien asegura que las victorias o triunfos parciales de la lucha contra las drogas, especialmente en Colombia, han producido la crisis, un éxodo de delincuentes a nuestro país y una nueva manera de ganar dinero para muchos mexicanos. México no estuvo preparado institucionalmente para las consecuencias de este efecto globo.

Después de esto las organizaciones delictivas andinas junto con los cárteles mexicanos, encontraron en nuestro país el lugar idóneo para operar y engrosar sus filas. “Políticas de Estado altamente excluyentes y de marginación y pobreza son inevitablemente el mejor mecanismo para lanzar a jóvenes, mujeres, hombres, a niños, adultos sin expectativas a los brazos de la delincuencia organizada, que les da poder aunque sea fatuo”. Asegura el periodista y especialista en maras y crimen organizado, Marco Lara Klahr. Esto, junto con ciertas características de la sociedad, donde el soborno, la corrupción y la trasgresión sistemática de las leyes, ayudó a ser de México un caldo de cultivo para la impunidad y la violencia.

Ante esto y con el cambio de partido en el poder en el año 2000, el Estado dejó de ser mediador y control para atacar sólo a algunos sectores del crimen organizado, lo que en palabras del investigador de Jorge Chabat, agravó la situación: “Las acciones de Fox, evidentemente descabezan algunos de estos cárteles, lo cual provoca desequilibrio entre el mundo del narco y esta guerra. Los viejos líderes son capturados, los jóvenes que los reemplazan, muchos de ellos de segundo o tercer nivel, son mucho menos a negociar y son mucho más violentos y propician que esta guerra se desate”. Afirma el también académico del Centro de Investigaciones y Docencia Económicas.

Los analistas coinciden en que ya se ha llegado al narcoterrorismo, desconocido en México hasta el 16 de septiembre pasado, cuando dos granadas de fragmentación estallaron en una verbena de la ciudad de Morelia, Michoacán, sembrando pánico y muerte entre la población civil.

La respuesta del Estado ante la escalada de violencia sin precedente ha sido fuerte, al grado de que en días posteriores militares fueron secuestrados y decapitados como venganza del crimen organizado. Además las políticas públicas que enfatizan en la respuesta militar y policiaca a la delincuencia organizada, eludiendo una respuesta de orden social, han hecho que el crimen organizado sencillamente tenga posibilidades de desarrollarse articulado al poder militar, al poder policiaco y al poder institucional.

Para algunos especialistas es imposible acabar por completo con estas mafias, lo que se puede hacer, dicen, es disminuir su influencia en el territorio nacional, para Bagley esta guerra es “ganable en términos de reducir las amenazas que el narcoterrorismo representa al Estado y la seguridad nacional mexicana. Sería aceptable a México que las rutas establecidas por el corredor del Pacífico se interrumpan. Nuevas rutas, por ejemplo un retorno al Caribe.” Asegura.

Sin embargo, al parecer el mayor problema a enfrentar es otro. Más allá del tráfico de estupefacientes, el efecto de la globalización ha cambiado considerablemente la operación del hampa. Hoy importa menos el producto y más sus canales de distribución, que en palabras de Lara Klarh son garantizados “una vez que una organización criminal articulada globalmente usa pequeñas organizaciones locales de diferente dimensión y copta gobernantes y servidores públicos”.

Ahora como en cualquier mercado, esto tiene qué ver más con la oportunidad y la demanda. Así hay casos de canales de distribución México-Estados Unidos, donde sale cocaína y entran armas, o en Centroamérica, donde entra dinero y salen infantes, o salen armas, salen migrantes y entran dólares.

A la problemática expuesta se suma una gigantesca red de protección internacional que ha permitido garantizar a las mafias canales o redes de distribución y participar de otras actividades delictivas alternas como el secuestro, el renteo y el sicariato. Un sistema donde sólo alrededor del 4 por ciento de las personas que cometen un delito tienen posibilidades de ser castigados, pues es un sistema que garantiza que el crimen organizado sepa que ir a la cárcel es un accidente.

Francisco Avilés Cervantes

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